La expresión proviene del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, cuando se popularizó un sorteo llamado la Lotería Real. Las personas que ganaban grandes premios, en su euforia, solían tirar muebles y objetos viejos por la ventana como símbolo de que su vida cambiaba y podían renovarlo todo. De ahí, “tirar la casa por la ventana” se convirtió en sinónimo de gastar sin mirar, especialmente cuando se celebra algo importante.